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El cine y los sueños


En cierta ocasión, un amigo y colaborador de este blog me comentaba que existe un paralelo entre la experiencia onírica y el visionado de una película, en especial en una sala de cine.


El sueño es una experiencia alucinatoria, es decir, a la que damos fe mientras la experimentamos. Por otro lado, el tiempo en el sueño transcurre más rápido que el del reloj; esto es, un sueño que dure unos pocos segundos puede dar lugar a una experiencia subjetiva de varios minutos; el sueño es, pues, sintético. También ocurre que el sueño nos sitúa en lugares reales o imaginados en los que aparecemos de golpe al iniciarse el sueño. Estos dos últimos datos han sido muy bien tratados en la última película de Cristopher Nolan, Origen (Inception, 2010), que se documentó muy bien antes de escribir el guión. Aún podríamos añadir más peculiaridades de la experiencia onírica; los sueños son experiencias fundamentalmente visuales, pero no se asemejan a la visión despierta sino a las fantasías visuales, que se asemejan a una copia debilitada (como las ideas de las que habla David Hume) de las percepciones originales.

Resulta ver como el cine, como experiencia audiovisual, guarda grandes paralelismos como todo esto.

El cine como experiencia alucinatoriaSi en el sueño damos fe de lo que ocurre, incluso hasta el punto de llegar a hablar en voz alta o incluso caminar (como el caso del sonambulismo), en el cine ocurre algo similar en la medida en que el espectador se emociona con lo que ve en la sala como si fuera real: reímos, lloramos, nos entristecemos, nos asustamos... como si estuviéramos viviendo realmente la experiencia que sencillamente estamos viendo. Y casi alucinatoriamente porque en realidad lo que estamos haciendo es mirar una pantalla blanca sobre las que se proyectas imágenes a 24 ó 25 fotogramas por segundos; en la pared del cine no están los actores, sólo hay imágenes proyectadas de tal manera que el cerebro las reconstruye como movimientos. Es decir, que es una alucinación tanto desde el punto de vista emocional como desde el punto de vista sensorial. De todos modos, la alucinación emocional no es privativa del cine, pues también se da en el teatro y en la novela.

El cine como experiencia temporalmente sintética. Oía decir una vez a Eleuterio Sánchez, el "Lute", que el cine o es sintético o no es cine. La novela es un género muy elástico, pero el cine se ve limitado a unos márgenes de metraje. En una película podemos recorrer años de vida de los protagonistas, pero incluso cuando se filma una historia en tiempo real ésta no deja de eludir elementos innecesarios que se darían en la vida real. La experiencia onírica funciona aquí de la misma manera: las elipsis no son un invento de la novela, el teatro o el cine o los relatos orales sino de los sueños, que parecen estar sometido a montaje, como las filmaciones cinematográficas.

El cine como situación en las que nos hallamos de repente. Esta es una de las peculiaridades comentadas en Inception. Lo que, a diferencia de la película, no podemos hacer es pararnos a conciencia medio sueño y preguntarnos qué hacemos en ese lugar. Pero sí, es una peculiaridad de los sueños, pero también del teatro y la novela.

El cine como experiencia sensorial debilitada. En especial desde el formato panorámico y la evolución de la calidad fotográfica de las películas, el cine es cualquier cosa menos una experiencia sensorial debilitada; al contrario: se tiende cada vez más al hiperrealismo. En este punto, el cine no se asemeja a la experiencia onírica. Más bien ocurre que, cuando la película tiene que mostrar un sueño del protagonista, necesita entonces mostrar unas imágenes que simulen esa debilidad sensorial, sea redondeando las esquinas de las pantalla, difuminando la luz, o moviendo la cámara de una manera diferente, escuchando ecos en las voces...

A pesar de todos estos paralelismos, nadie piensa en general que el visionado de una película se asemeja a una experiencia onírica. Pero algunos directores consiguen filmar películas con aspecto de experiencia onírica, y entre ellos podemos destacar en especial Michel Gondry y David Lynch.









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