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Antichrist - Un estudio psicopatológico (4)- Reconstrucción clínica


¿Quién es ella? A la luz de lo que aparece en la película es una mujer de 37 años (tomemos la edad real de la actriz en el momento del rodaje) que vive en pareja con él (53 años) y con quien tiene un hijo, Nick, de unos tres años. Viven cómodamente en un piso de la ciudad y tienen una cabaña en el bosque. Él es psicoterapeuta y ella tiene estudios de posgrado probablemente en antropología, sociología o quizás literatura. El verano pasado estuvo trabajando en su tesis “Gynocide” en “Edén”, la cabaña del bosque.
Allí ocurrió algo especial: un día, mientras escribía la tesis, oyó el llanto de un niño. En un primer momento creyó que era el de su hijo, que la necesitaba, pero tras buscarlo por todos lados lo encontró feliz jugando con un trozo de madera en el cobertizo. El llanto no cesó. Esto la asustó tanto que dejó de trabajar.

Por otro lado, ella explica que dejó de escribir porque, en una conversación que mantuvo con él (plausiblemente pocos días antes de oír el llanto) él juzgó la tesis como simplista, y “lo que es peor, una especie de mentira”. Entonces a ella también le pareció simplista y la abandonó.

¿De qué trataba su tesis, “Gynocide”? De la brujería y de las torturas a las brujas como fenómeno social e histórico. Él le recrimina que ésta debía ser una crítica hacia el maltrato a las mujeres, así que podemos suponer que ese era el tema inicial. Sin embargo, en las notas manuscritas, a medida que el paso de las páginas muestran la desorganización de la escritura, también se puede apreciar el giro que toma la producción: desde referencias a lo social, lo legal, la brujeria como “lifestyle” hacia los detalles de las formas de tortura y finalmente, en la última página escrita, casi irreconocible, al diablo: “to evil what was the name of * c*..*”

Un detalle más: tras explicarle a él que ese verano “comprendió que todo lo que antes era hermoso en Edén tal vez fuera horrendo”, una experiencia ominosa, el fenómeno elemental, y que “podía oír lo que antes no podía oír, el grito de todas las cosas que van a morir” le dice “Nick se distanció de mí la última vez. Siempre estaba deambulando por ahí. Quizá pudo esforzarse más por estar conmigo.” No era necesario que Nick “se esforzara más” puesto que ese verano le colocaba los zapatos del revés para dificultar que caminara y se alejara... de ella.

Podemos plantear como hipótesis que ella parte de una estructura psicótica de base, todavía no desencadenada antes del verano en “Edén”, con un funcionamiento narcisista en que la angustia de separación (de abandono) juega el papel principal como detonante de la crisis que la hace pasar de la patología narcisista a la megalomanía psicótica. Primero debió ser con él con quien tenía el vínculo fusional más significativo y, al nacer, Nick lo substituyó (vínculo con alguien que una vez fue parte de sí misma). Ese verano, sin embargo, ella percibió que él estuvo muy distante (aunque él dice que se alejó para concederle su deseo de poder trabajar en la tesis). También percibió que Nick, que empezaba a ganar autonomía y ya deambulaba solo por el jardín, estaba creando una distancia con ella. Quizá la tesis, como producto del sinthome en construcción -¿quizá construirse una identidad como autoridad académica en brujería?- con que ella -sin nombre en el film- pretendía crearse su nombre ante la inminente castración, se convirtió en aquello que la mantenía a salvo de su reacción destructiva ante la separación/castración: en su tesis trabajaba sobre lo incontrolable en la mujer, la naturaleza de la mujer, sobre la maldad que se le atribuía en virtud de su relación fusional con Satanás. Escribir sobre cómo habían tratado a las mujeres -cruelmente- por su relación con Satanás -que las convertía en malvadas, peligrosas, mentirosas- podía ser la forma con que ella mantenía ligada la pulsión agresiva -casi pulsión de muerte pura; desmezclada- que iba ganando terreno -nivel económico- ante la separación (vivido como abandono) de Nick.

La gota que colmó el vaso pudo ser el comentario de él, tachando de simplista la tesis y, según ella entendió, juzgándola incluso como “una especie de mentira”. Tal situación de doble rechazo, doble separación/abandono, superó la capacidad del yo para obviar la castración simbólica (la representabilidad de la falta y el origen del deseo) y, sin haberle dado tiempo a construirse su propio nombre, se brotó.

Primero, en términos freudianos, vino el desasimiento de la líbido de los objetos: “comprendí que todo lo que antes era hermoso en Edén tal vez fuera horrendo”. Aquello horrendo -que ya no era parte de ella- de lo que tenía que liberarse.

Después se dio la toma del yo como objeto para la líbido (narcisista): paso a la omnipotencia cuando dice “podía oír lo que antes no podía oír, el grito de todas las cosas que van a morir” y encumbración del yo en su relación privilegiada con el demonio.

Luego la reconstrucción de una neo-realidad: por un lado la alucinación del llanto y por otro el inicio del delirio fundamentalmente megalomaníaco que no se haría evidente hasta mucho después, en el retorno a “Edén” tras la muerte de Nick.

La alucinación auditiva del llanto podemos comprenderla como la aparición en la realidad, como algo ajeno, de la necesidad (“deseo”) proyectada: la alucinación pretende que no es que ella necesita al niño, sino que el llanto se debe a que el niño llora porque todavía la necesita a ella. Sólo que la realidad no es esa y a falta del registro (en el nivel simbólico) de la posibilidad de representar la separación, la falta, la castración, el ello “se salta al yo” y pone en la realidad lo necesario -no podría decirse con propiedad deseado, pues desear supone que se sabe que algo falta- para satisfacer la pulsión, a expensas de la realidad.

El delirio, por otro lado, se constituye en torno a que ella es, verdaderamente, malvada, mentirosa, lasciva, como se atribuía a las brujas en el siglo XVII y que Satanás, con quien -como bruja- tiene una relación privilegiada controla la Naturaleza: el viento, el granizo, la lluvia. De este modo interpretará como obra de Satanás los accidentes meteorológicos arbitrarios, incluído el soplo de viento que abrió la ventana por la que Nick se avalanzó al vacío.

Cabe preguntarnos si el delirio, que sólo parece manifestarse en el retorno a “Edén” tras la muerte de Nick, realmente estaba formado desde el verano anterior, como hasta aquí he propuesto o si se formó tras el accidente mortal, de forma independiente al proceso que llevó a la alucinación del llanto.

Si fuera de este segundo modo nos encontraríamos ante una personalidad narcisista con un brote psicótico alucinatorio puntual, sufrido el verano anterior, y que desarrolla un duelo patológico por la pérdida del hijo:
  • (1) primero a través de autoreproches con aspecto inicialmente neurótico obsesivo (“Fue culpa mía. Podía haberlo impedido. Yo sabía que algunas veces se despertaba. Sabía abrir la barrera de seguridad”),
  • (2) después melancólicamente (ya en el lado psicótico) desarrollando un delirio de indignidad en que ella es malvada porque ha causado la muerte de Nick y
  • (3) tras unos días de nuevo en “Edén”, pasando a una modalidad maníaca agresiva en que el delirio se exacerba, acaba agrediéndolo a él y, dentro del delirio, rememorando cómo vio a Nick subir a la mesa desde la que cayó por la ventana y, aún dándose ella cuenta, sin hacer nada por evitarlo.
¿Vio ella realmente cómo Nick subía a la ventana y, en consecuencia, estaba ya inmersa en el delirio de maldad cuando se produjo el accidente o, por el contrario, la rememoración de la escena del accidente a posteriori -cuando estaba esperando a los tres mendigos para matarlo a él en la cabaña- era una reconstrucción delirada?

No podemos saberlo puesto que el delirio psicótico también reconstruye el contenido de la memoria, los recuerdos, según su propia lógica.

Sin embargo podemos articular que en la medida en que en ella se da una escisión yoica, escisión que observamos, entre otras ocasiones, cuando al buscar la llave inglesa para dejar que él se desatornille la rueda de molar, va a buscarla a su lugar original en el cobertizo en lugar de bajo la cabaña donde la arrojó, no sabiendo lo que había hecho al torturarlo, o como cuando, ante la riña de él, en la que le recuerda que las mujeres asesinadas en el s. XVI y XVII no eran perversas, ella reconoce que “a veces lo olvida”, en la misma medida se estaría dando que ella vio a Nick subiendo a la mesa vivenciándolo desde su área psicótica y que su área narcisista no psicótica no se enteró de lo que había pasado.

Esta posibilidad supone que la patología en ese momento era ya muy grave aún sin resultar evidente. ¿Hay otros indicios que apunten a que el área escindida psicótica tuviera tal presencia ya? En efecto: de camino a “Edén”, en el bosque, ella nota que “la tierra está ardiendo”. Lo podemos comprender como una alucinación congruente con el delirio de maldad y según la cual la tierra quemaría porque se acerca al infierno. En ese momento, en que todavía no había comenzado a mostrarse directamente agresiva (no lo sería hasta unos días después cuando sabiéndose descubierta en su maldad por la evidencia de las polariods de Nick con los zapatos mal puestos, teme ser abandonada por él) una alucinación así daría fe de una activación de la parte psicótica con anterioridad a la manifestación explícita del delirio (cuando tras contarle a él el episodio alucinatorio del llanto del verano anterior le dice, en tiempo presente, que el soplo de viento que había entrado por la ventana era el aliento de Satanás).

Aún hay un elemento argumental más que juega a favor de la hipótesis de la psicosis desencadenada precozmente sin que resultara evidente: el diagrama de la constelación de los tres mendigos. Él encuentra en el altillo el material bibliográfico con el que ella estuvo trabajando el verano anterior y, entre todos los documentos, aparece un diagrama celeste con la constelación de “los tres mendigos”: el zorro, la cierva y el cuervo, con sendos rótulos “dolor”, “tristeza” y “desesperanza”. Parece una copia mecánica de un original. Los tres mendigos son, según parece, la versión satánica de los tres reyes magos que en lugar de llevar incienso, mirra y oro a un recién nacido, regalan dolor, tristeza y desesperanza por un niño recién muerto. Supondremos que, al menos en el film, este significado es medieval y entre la bibliografía sobre brujería que ella estudiaba se encontraba presente bajo su formulación gráfica de los tres animales. Es indicador de que el delirio estaba presente desde el verano anterior el hecho de que, en la casa, precisamente nos encontramos con un juguete de madera para el niño cuyas piezas de encajar son los tres animales y con tres figuritas metálicas cuyos rótulos al pie son las tres palabras. Si no lo tomamos únicamente como elementos alegóricos que von Trier regala al espectador, acabamos concluyendo que ella ya era una bruja, esto es, que su delirio psicótico ya estaba activo, desde que regaló el juguete a Nick y compró las figuras decorativas, no sabemos cuándo.

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